Desde entonces hasta el final del partido, el fútbol se tornó lento, tosco y aburrido. El Tenerife tuvo varias ocasiones y Asenjo se erigió como el héroe del partido. Una muestra de esas primeras ideas las expuso el 14 de junio de 1952, cuando cumplía 24 años, y el personal del leprosario de San Pablo le ofreció una fiesta.